viernes, 26 de agosto de 2016

Lucy Rico


Su nombre es Lucy, empezó como auxiliar de contabilidad de la empresa. Desde que llegó a trabajar ocupando el cubículo justo a mi costado derecho me pareció una mujer super cachonda, sensual. De esas que podrías jurar que son capaces de todo tipo de cochinadas que a nosotros los hombres nos gustan y nos vuelven locos. No es una super belleza, pero tiene ese algo que detectas de inmediato que atrae. Tal vez sea su modo de caminar, el hecho de que cuando se concentra se muerde el labio inferior, su modo de cruzar las piernas calculadamente erótico, pero reconozco que muchas veces la soñé cojiendo conmigo y en ocasiones, durante la comida incluso tuve erecciones involuntarias al imaginarme su boquita succionando mi pene. Se me fue volviendo algo como una obsesión sexosa casi irritante, pero al mismo tiempo la fui sintiendo cada vez mas lejana cuando la ascendieron a jefa de contabilidad. Ahí empezó todo. En la empresa, una vez al mes hay reunión de trabajo en el despacho particular del dueño de la empresa. Este se encuentra en Toluca, y solo asistimos los que tenemos una jefatura y la primera ocasión que citaron a Lucy, ella no sabía cómo llegar, así que me pidió llevarla. Por mi encantado de transportarla en mi coche, pero le advertí que en varias ocasiones esas juntas de trabajo se prolongaban demasiado, hasta casi la madrugada, y en diversas veces había preferido quedarme en cierto hotel de Toluca, también propiedad de nuestro patrón, de modo que no causaba ningún costo hospedarse. El día de la reunión de trabajo, todo empezó de acuerdo al itinerario habitual, sin embargo cuando parecía que terminaría hubo algún tema que causó controversia y cuando nos dimos cuenta ya eran las 9:30 PM. Por una u otra cosa se fue alargando hasta que salimos ya bien entradas las 11 PM. El patrón nos dijo su habitual: "¿quien se queda en el Hotel? para que les preparen su habitación". Ese día en particular, sólo Lucy y yo decidimos quedarnos. Ya en el Hotel, que por cierto es bastante agradable, le dije que si gustaba un par de copas podíamos estar un rato en el bar. Empezamos con un par de tequilas y la conversación se fue relajando, dejando de hablar de la junta y poco a poco llegamos a temas mas personales. Estoy 100 % seguro de que no fué el alcohol, ella deseaba algo así y las circunstancias lo favorecieron. No estábamos ebrios cuando ella me pidió subir a su habitación. No me creía mi suerte, apenas abordamos el elevador y se prendió de mi con un beso delicioso, muy húmedo, casi ansioso, desesperado.